Juan 13:8

La Palabra (versión española)

Pedro insistió: —Jamás permitiré que me laves los pies. Jesús le respondió: —Si no me dejas que te lave, no podrás seguir contándote entre los míos.

Referencias Cruzadas

Génesis 42:38

Pero Jacob respondió: —Mi hijo no irá con vosotros. Su hermano está muerto y él es el único que me queda. Si le sucediese alguna desgracia en el viaje que vais a emprender, vosotros tendríais la culpa de que este pobre viejo se muera de pena.

2 Samuel 20:1

Se encontraba en Guilgal un indeseable llamado Sebá, hijo de Bicrí, de la tribu de Benjamín. Hizo sonar el cuerno y gritó: —¡No tenemos nada que ver con David, ni repartimos herencia con el hijo de Jesé! ¡Israel, a tus tiendas!

1 Reyes 12:16

Cuando todos los israelitas vieron que el rey no les hacía caso, le replicaron diciendo: —¡No tenemos nada que ver con David, ni repartimos herencia con el hijo de Jesé! ¡A tus tiendas, Israel! Y que ahora David se preocupe de su casa. Y los israelitas marcharon a sus casas.

Salmos 51:2

límpiame por entero de mi culpa, purifícame de mis pecados.

Salmos 51:7

Rocíame con hisopo y quedaré purificado, límpiame y seré más blanco que la nieve.

Isaías 4:4

Cuando lave el Señor la mugre de las hijas de Sion y rasque la sangre derramada en Jerusalén con un viento justiciero y devastador,

Ezequiel 36:25

Os rociaré con agua pura y os purificaré de todas vuestras impurezas; pienso purificaros de todos vuestros ídolos.

Zacarías 13:1

Aquel día surgirá un manantial donde la dinastía de David y los habitantes de Jerusalén puedan lavar su pecado y su impureza.

Mateo 16:22

Pedro, llevándolo aparte, comenzó a reprenderlo, diciendo: —¡Que nada de eso te pase, Señor!

Mateo 21:29

El hijo contestó: «No quiero ir». Pero más tarde cambió de idea y fue.

Mateo 26:33

Pedro le contestó: —¡Aunque todos te abandonen, yo no te abandonaré!

Mateo 26:35

Pedro insistió: —¡Yo no te negaré, aunque tenga que morir contigo! Y lo mismo decían los otros discípulos.

Juan 13:6

Cuando le llegó la vez a Simón Pedro, este le dijo: —Señor, ¿vas a lavarme los pies tú a mí?

Juan 13:9

Le dijo entonces Simón Pedro: —Señor, no solo los pies; lávame también las manos y la cabeza.

Juan 3:5

Jesús le contestó: —Te aseguro que nadie puede entrar en el reino de Dios si no nace del agua y del Espíritu.

Hechos 22:16

No pierdas tiempo ahora; anda, bautízate y libérate de tus pecados invocando el nombre del Señor».

1 Corintios 6:11

Y esto es lo que antes erais algunos de vosotros. Pero habéis sido purificados, consagrados y justificados en el nombre de Jesucristo, el Señor, y por la acción del Espíritu de nuestro Dios.

Efesios 5:26

a fin de consagrarla a Dios, purificándola por medio del agua y la palabra.

Deuteronomio 12:12

Y haréis fiesta en presencia del Señor vuestro Dios, vosotros, vuestros hijos e hijas, vuestros siervos y siervas, y también el levita que vive en vuestras ciudades, ya que él no recibió parte o herencia con vosotros.

Colosenses 2:18

Que no os escamoteen el premio esos que hacen alarde de humildad y de dar culto a los ángeles, esos que presumen de visiones y que con sus pensamientos mundanos están inflados de vano orgullo.

Colosenses 2:23

Tienen, ciertamente, un aire de sabiduría, con su aspecto de religiosidad, su pretendida humildad y su aparente rigor ascético. En realidad carecen de todo valor; solo sirven para satisfacer las desordenadas apetencias humanas.

Tito 3:5

Él nos ha salvado no en virtud de nuestras buenas obras, sino por su misericordia; y lo ha hecho por medio del lavamiento que nos hace nacer de nuevo y por medio de la renovación del Espíritu Santo

Hebreos 10:22

Acerquémonos, pues, con un corazón sincero y lleno de fe, con una conciencia purificada de toda maldad, con el cuerpo bañado en agua pura.

Apocalipsis 1:5

y de parte de Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de los resucitados y el dominador de todos los reyes de la tierra. Al que nos ama y nos ha liberado con su muerte de nuestros pecados,

Apocalipsis 7:14

Yo le respondí: —Mi Señor, tú eres quien lo sabe. Él me dijo: —Estos son los que han pasado por la gran persecución, los que han lavado y blanqueado sus túnicas en la sangre del Cordero.