No conquistaron la tierra con la espada ni fue su brazo quien les dio la victoria; fue tu diestra y tu brazo, fue la luz de tu rostro porque tú los amabas.
En breve aparecerá mi victoria, está en camino mi salvación, mi brazo gobernará a los pueblos, las islas me están esperando, confiadas en mi brazo poderoso.
¡Despierta, brazo del Señor, despierta y revístete de fuerza! Despierta como en los días de antaño, como en aquellas antiguas generaciones. ¿No fuiste tú quien destrozó a Rahab, quien traspasó al Dragón del mar?
Mientras estaba con ellos en el mundo, yo mismo cuidaba con tu poder a los que me confiaste. Los guardé de tal manera que ninguno de ellos se ha perdido, excepto el que tenía que perderse en cumplimiento de la Escritura.
llegaron a este acuerdo: —No debemos partirla; lo que procede es sortearla para ver a quién le toca. Así se cumplió el pasaje de la Escritura que dice: Dividieron entre ellos mis ropas y echaron a suertes mi túnica. Esto fue lo que hicieron los soldados.