Las entrañas de José se conmovieron al ver a su hermano y, no pudiendo contener las lágrimas, marchó apresuradamente a su alcoba y allí estuvo llorando.
Despreciado y rechazado por la gente, sometido a dolores, habituado al sufrimiento, ante el cual todos se tapan la cara; lo despreciamos y no hicimos caso de él.
en todos sus peligros. No usó mensajeros ni enviados, él en persona los salvó; llevado de su amor y compasión, él mismo los rescató; los liberó y cargó con ellos todos los días de antaño.
Les comunicarás esta palabra: Mis ojos se deshacen en lágrimas, de noche y de día, sin descanso, por el terrible quebranto sufrido por la doncella, capital de mi pueblo, herida de un golpe fatal.
Por eso yo estoy llorando y mis ojos vierten lágrimas, porque no hay quien me consuele ni quien me devuelva el ánimo. Mis hijos están atónitos por la victoria enemiga.
Estaba la gente escuchando a Jesús y les contó otra parábola, pues se hallaba cerca de Jerusalén y ellos creían que el reino de Dios estaba a punto de manifestarse.
Pues no tenemos un sumo sacerdote incapaz de compadecerse de nuestras debilidades; al contrario, excepto el pecado, ha experimentado todas nuestras pruebas.