Vosotros, sin embargo, no me creéis, porque no sois ovejas de mi rebaño.
Mis ovejas reconocen mi voz, yo las conozco y ellas me siguen.
Cuando ya han salido todas, camina delante de ellas y las ovejas siguen sus pasos, pues lo reconocen por la voz.
Todo aquel que el Padre me confía vendrá a mí, y yo no rechazaré al que venga a mí.
Y añadió: —Por eso os he dicho que nadie puede creer en mí si no se lo concede mi Padre.
El que es de Dios acepta las palabras de Dios; pero como vosotros no sois hijos de Dios, por eso no las aceptáis.
Pero nosotros pertenecemos a Dios, y nos escuchan los que conocen a Dios. No nos escuchan, en cambio, los que no conocen a Dios. Ahí tenéis la piedra de toque para discernir dónde está el error y dónde la verdad.