Cuando David se enteró, envió mensajeros a su encuentro, pues se sentían muy avergonzados, para decirles: —Quedaos en Jericó hasta que os crezca la barba y entonces regresáis.
Sin embargo, el rey de Asiria descubrió que Oseas conspiraba contra él, pues había mandado emisarios a So, el rey de Egipto, y había dejado de enviarle el tributo anual. Por ello, lo arrestó y lo metió en prisión.
Luego Elías dijo a Eliseo: —Quédate aquí, pues el Señor me ha ordenado ir a Jericó. Pero Eliseo contestó: —Juro por el Señor y por tu vida que no te abandonaré. Fueron a Jericó
Josué, hijo de Nun, envió en secreto desde Sitín a dos espías encomendándoles: —Id y reconoced la región y la ciudad de Jericó. Ellos fueron y entraron en casa de una prostituta, llamada Rajab, y se quedaron a dormir allí.
Salieron unos hombres en su persecución hacia los vados del Jordán, y la puerta de la ciudad se volvió a cerrar en cuanto los perseguidores salieron tras ellos.