Hasta el mismo día que presentéis esa ofrenda a vuestro Dios, no comeréis pan, ni grano tostado, ni espigas frescas; es una norma perpetua para las futuras generaciones dondequiera que habitéis.
Desde ese mismo día en que comenzaron a comer de los productos del país, cesó el maná para los israelitas que, ya aquel año, se alimentaron de los productos de la tierra de Canaán.