Al asignar a los levitas ciudades pertenecientes al patrimonio de los otros israelitas, tomaréis más de la tribu que más tenga, y menos de la que menos tenga; así cada tribu cederá de sus ciudades a los levitas en proporción a la heredad que haya recibido.
Esta es la heredad que recibieron los israelitas en el país de Canaán, heredad que les repartieron el sacerdote Eleazar y Josué, hijo de Nun, y los cabezas de familia de las tribus de Israel.
Estas se presentaron ante el sacerdote Eleazar, ante Josué, hijo de Nun, y ante los jefes del pueblo, diciéndoles: —El Señor ordenó a Moisés que se nos asignara una heredad entre nuestros hermanos. Se les asignó, pues, según la orden del Señor, una heredad entre los hermanos de su padre.
Esas son las heredades que el sacerdote Eleazar, con Josué, hijo de Nun, y los cabezas de familia sortearon entre las tribus de Israel en Siló, en presencia del Señor, a la entrada de la Tienda del encuentro. Fue así como se llevó a cabo el reparto de la tierra.