Se convertirá en conspirador, en piedra de tropiezo y en obstáculo rocoso para las dos casas de Israel, en lazo y en trampa para los vecinos de Jerusalén.
Los gabaonitas mandaron mensajeros al campamento de Guilgal para decir a Josué: —No abandones a tus siervos a su suerte. Ven deprisa hasta nosotros y sálvanos. Socórrenos, porque se han aliado contra nosotros todos los reyes amorreos de la montaña.
El Señor dijo entonces a Josué: —¡No tengas miedo ni te acobardes! Toma contigo a toda la gente de guerra y disponte a atacar a Ay. Yo te entrego al rey de Ay, junto con su pueblo, su ciudad y su territorio.