Dijo entonces Josué: —Abrid la boca de la cueva y sacadme de ella a esos cinco reyes.
Josué ordenó: —Haced rodar unas piedras grandes hasta la boca de la cueva y custodiadla con algunos efectivos.
Todo el pueblo regresó sano y salvo al campamento de Josué, en Maquedá. Y no hubo quien se atreviera a oponerse a los israelitas.
Así lo hicieron: sacaron de la cueva a los cinco reyes: al rey de Jerusalén, al rey de Hebrón, al rey de Jarmut, al rey de Laquis y al rey de Eglón.
Al rey de Ay lo prendieron vivo y lo condujeron ante Josué.
Luego Samuel ordenó: —Traedme a Agag, el rey de Amalec. Agag se acercó a él confiado pensando que ya había superado el mal trago de la muerte.