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Referencias Cruzadas

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Jonás 4:8

La Palabra (versión española)

Luego Dios hizo soplar un viento tórrido del oriente al tiempo que el sol, desde lo alto, abrasaba la cabeza de Jonás; este se sintió desfallecer y se deseó la muerte diciéndose a sí mismo: —¡Mejor me es morir que vivir!

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23 Referencias Cruzadas  

pero otras siete espigas, secas y agostadas por el viento solano, brotaban después de ellas.

Luego siguió por el desierto una jornada de camino y al final se sentó bajo una retama y se deseó la muerte diciendo: —¡Basta ya, Señor! Quítame la vida, pues yo no valgo más que mis antepasados.

Ajab regresó a palacio malhumorado y furioso por la respuesta de Nabot, el de Jezrael, que no había querido cederle la herencia de sus padres. Se acostó, escondió el rostro y no quiso comer.

Job contestó: —Hablas como una insensata. Si aceptamos de Dios los bienes, ¿no vamos a aceptar los males? A pesar de lo ocurrido, Job no pecó con sus labios.

Preferiría morir asfixiado; antes la muerte que vivir así.

De día el sol no te hará daño, ni la luna de noche.

Guardo silencio, no abro mi boca, porque eres tú quien lo ha hecho.

No te dejes llevar por la cólera, pues la cólera habita dentro del necio.

No miréis que estoy morena: es que me ha quemado el sol. Los hijos de mi madre, enfadados conmigo, me encargaron de las viñas ¡y no pude cuidar mi propia viña!

No pasarán hambre ni sed, no los herirá el calor del sol; pues los guía el compasivo, los conduce junto a manantiales.

Pero fue arrancada con violencia y arrojada después por tierra; el viento del este la secó, fueron arrancados sus sarmientos; se secó su rama vigorosa, acabó devorada por el fuego.

Aunque prospere entre los suyos, vendrá el viento del este, el viento que el Señor hace soplar desde el desierto, un viento que secará las fuentes, agotará los manantiales y arrebatará de su tesoro todos los objetos preciosos.

Moisés dijo a Aarón: —Esto es lo que había decretado el Señor, cuando dijo: «Mostraré mi santidad a los que se acercan a mí, y en presencia de todo el pueblo seré glorificado». Aarón, por su parte, permaneció callado.

Pero el Señor hizo que un fuerte viento azotase el mar hasta levantar una tempestad cuya violencia amenazaba con destrozar el barco.

Así pues, Señor, te ruego que me quites la vida, porque prefiero morir a vivir.

A lo que Dios replicó: —¿Piensas que haces bien en enojarte por lo sucedido con el ricino? —¡Claro que hago bien en enojarme hasta desear la muerte! —respondió Jonás.

diciendo: «A estos que solo han trabajado una hora, les pagas lo mismo que a nosotros, que hemos trabajado toda la jornada soportando el calor del día».

Yo reprendo y castigo a los que amo. Esfuérzate, pues, y cambia de conducta.

Ya no volverán a sentir hambre ni sed ni el ardor agobiante del sol.

Entonces Samuel se lo contó todo, sin omitir nada. Elí comentó: —Él es el Señor, que haga lo que mejor le parezca.




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