Luego siguió por el desierto una jornada de camino y al final se sentó bajo una retama y se deseó la muerte diciendo: —¡Basta ya, Señor! Quítame la vida, pues yo no valgo más que mis antepasados.
Todos los supervivientes de esta gente perversa, en todos los lugares por donde los dispersé, preferirán la muerte a la vida —oráculo del Señor del universo.
Luego Dios hizo soplar un viento tórrido del oriente al tiempo que el sol, desde lo alto, abrasaba la cabeza de Jonás; este se sintió desfallecer y se deseó la muerte diciéndose a sí mismo: —¡Mejor me es morir que vivir!
Pero yo, ni he hecho uso de ninguno de esos derechos ni os escribo estas líneas para que me sean reconocidos. Prefiero morir antes que nadie me arrebate este motivo de orgullo.