Por segunda vez el Señor habló a Jonás de esta manera:
Desde siempre, los profetas que nos precedieron a ti y a mí profetizaron a numerosos países y grandes reinos, anunciando guerras, desastres y peste.
Si ruge el león, ¿quién no temblará? Si el Señor Dios lo manda, ¿quién no hablará en su nombre?
El Señor se dirigió a Jonás, hijo de Amitay, diciéndole:
Mas yo, con un canto agradecido, te he de presentar sacrificios: ¡cumpliré lo que he prometido! ¡La salvación se halla en el Señor!
—Disponte a ir a la gran ciudad de Nínive para pregonar allí el mensaje que yo te encargo.