Me dije: «He sido expulsado lejos de tu presencia, pero aún volveré a ver tu Templo santo».
Me sacó de la fosa desolada, del fango cenagoso; me alzó sobre una roca afianzando mis pasos.
Señor, guíame con tu justicia porque tengo enemigos, allana ante mí tu camino.
Me sumergieron las aguas y me dije: «¡Estoy perdido!».
Cuando veáis a Jerusalén cercada de ejércitos, sabed que el momento de su destrucción ya está cercano.