con estas palabras: En mi angustia clamé al Señor y fui atendido por él; desde las profundidades del reino de los muertos pedí auxilio y tú me escuchaste.
Me rodeaban olas mortales, me aterraban torrentes devastadores;
Amo al Señor porque escucha mi voz suplicante.
Lo invocaré de por vida, porque es todo oídos para mí.
Clamo al Señor en mi angustia y él me responde.
El abismo grita al abismo ante el fragor de tus cascadas; tu oleaje, tus impetuosas olas me han anegado por entero.
Me sumergieron las aguas y me dije: «¡Estoy perdido!».
Invoqué, Señor, tu nombre desde lo hondo del pozo.