Entonaré una endecha sobre los montes, sobre los pastos de la estepa una elegía: están quemados, sin nadie que transite, no se escuchan los mugidos del ganado, hasta aves y bestias se han marchado.
Su vanguardia es fuego consumidor, llama abrasadora su retaguardia. Antes de su paso, era el país un paraíso; después, todo es estepa desolada: nada se escapa ante él.
El Señor Dios me mostró otra visión: convocaba el Señor Dios a un juicio por fuego; [el fuego] había devorado al gran abismo y amenazaba con devorar al territorio.