Ante nuestros propios ojos nos ha sido arrebatada la comida junto con la alegría y el gozo en el Templo de nuestro Dios.
Enorgulleceos de su santo nombre, que se gocen los que buscan al Señor.
Y llegaré al altar de Dios, al Dios de mi intenso gozo, y te alabaré con la cítara, oh Dios, Dios mío.
Déjame sentir la alegría y el regocijo; que se gocen los huesos que dañaste.
Y aquel día el otro dirá: «No pienso hacer de médico; no tengo en casa manto ni pan; no me hagáis jefe del pueblo».
Vestíos de luto y llorad, sacerdotes; gemid vosotros, servidores del altar; venid a dormir sobre esteras, los que servís a mi Dios, pues ofrenda y libación han cesado en el Templo de vuestro Dios.