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Referencias Cruzadas

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Jeremías 9:1

La Palabra (versión española)

¡Ojalá encontrara refugio en el desierto para abandonar y alejarme de mi pueblo, pues todos son adúlteros, banda de traidores!

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20 Referencias Cruzadas  

Vierten mis ojos ríos de agua, porque no se respeta tu ley.

Mi llanto es mi alimento día y noche mientras no dejan de preguntarme: «¿Dónde está tu Dios?».

Entonces, me alejaría huyendo, en el desierto habitaría [Pausa]

Por eso, ahora lloro con el llanto de Jazer, por la viña de Sibmá. Os riego con mi llanto, Jesbón y Elalé: callaron las alegres melodías de vuestra cosecha y vendimia.

Por eso digo: «Dejadme en paz. Lloraré hasta la amargura. No insistáis en consolarme del desastre de mi pueblo».

Pero si no escucháis, lloraré en secreto vuestra arrogancia; mis ojos llorarán cuando se lleven deportado al rebaño del Señor.

Les comunicarás esta palabra: Mis ojos se deshacen en lágrimas, de noche y de día, sin descanso, por el terrible quebranto sufrido por la doncella, capital de mi pueblo, herida de un golpe fatal.

Y a pesar de todo ello, su infiel hermana Judá no volvió a mí con corazón sincero, sino fingidamente —oráculo del Señor.

¡Ay mis entrañas, mis entrañas! ¡Cómo me tiembla el corazón! Tengo el corazón palpitando, no puedo seguir en silencio. He oído el sonido de la trompeta, el alarido que preludia la guerra;

¿Por qué debería perdonarte? Tus hijos me han abandonado, juraron por dioses falsos; después de haberlos saciado, ellos cometieron adulterio, acudieron en masa al burdel.

Capital de mi pueblo, vístete de sayal y revuélcate en el polvo; haz duelo y llora amargamente como por un hijo único, pues de improviso nos llegará el devastador.

Me siento abrumado de dolor, tengo enfermo el corazón, al oír los gritos de mi pueblo desde una tierra lejana:

Voces de duelo llegan desde Sion: «¡Qué desolados estamos, qué terrible decepción! Hemos abandonado el país, nos echaron de nuestras moradas».

El llanto seca mis ojos, mis entrañas se estremecen y la hiel se me derrama por la ruina de mi pueblo; niños y bebés sucumben por las calles del lugar.

En ti se aceptan sobornos, que acaban en asesinatos; practicas la usura y el interés; te aprovechas de tu prójimo practicando la violencia. Y así te has olvidado de mí —oráculo del Señor Dios.

Todos ellos son adúlteros; son como un horno ardiendo, aunque no lo atice el panadero, desde que la masa está preparada hasta que llega a fermentar.




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