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Referencias Cruzadas

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Jeremías 51:57

La Palabra (versión española)

Emborracharé a sus nobles, a sus sabios y gobernantes, a sus magistrados y soldados; dormirán un sueño eterno del que no despertarán —oráculo del rey que se llama Señor del universo.

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20 Referencias Cruzadas  

El enviado del Señor irrumpió en el campamento asirio y mató a ciento ochenta y cinco mil soldados; al levantarse los asirios por la mañana, no había más que cadáveres.

que frustra los augurios de los adivinos, que hace desvariar a los agoreros; que hace retroceder a los sabios y convierte en ignorancia su saber;

Me dije entonces: «¡Ay de mí, estoy perdido! Soy un hombre de labios impuros, yo, que habito entre gente de labios impuros, y he visto con mis propios ojos al Rey, Señor del universo».

Tú insistirás: —Así dice el Señor: Voy a poner borrachos perdidos a todos los habitantes de esta tierra, a los reyes que se sientan en el trono de David, a los sacerdotes, a los profetas y a todos los habitantes de Jerusalén.

También les dirás: «Así dice el Señor del universo, Dios de Israel: Bebed, emborrachaos, vomitad y caed para no levantaros ante la espada que voy a lanzar en medio de vosotros».

¡Por mi vida —oráculo del Rey que se llama Señor del universo— que así tiene todo que suceder, tan real como el Tabor entre los montes, como el Carmelo cerca del mar!

Sube el destructor de Moab y sus ciudades, baja al matadero la flor de sus guerreros —oráculo del Rey, del Señor del universo.

caerán sus jóvenes en las calles, sus guerreros serán abatidos aquel día —oráculo del Señor.

Cuando estén en pleno ardor, les proporcionaré bebidas, haré que se emborrachen para que, llegada la euforia, duerman un sueño eterno y no despierten —oráculo del Señor.

Lo juro por mí mismo —oráculo del Señor Dios— que reinaré sobre vosotros con mano firme, brazo invencible y cólera incontenible.

Embotados como están en su embriaguez, serán consumidos como hojarasca, como una maraña de espinos.

Tus pastores, rey de Asiria, se han quedado dormidos, tus capitanes están soñolientos, dispersas tus tropas por los montes. ¡No hay nadie que las agrupe!

Maldito el tramposo que, teniendo un macho sano en su rebaño y habiendo hecho un voto, sacrifica uno dañado al Señor. Yo soy el Gran Rey —dice el Señor del universo— y mi nombre es respetado entre las naciones.

Los poderosos de la tierra, los que con ella compartieron lujuria y placeres, prorrumpirán en llantos y gemidos cuando contemplen su humeante hoguera.




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