Siéntate humillada en el polvo, capital de Babilonia; siéntate en tierra, destronada, capital de los caldeos, que no volverán a llamarte «la fina y delicada».
Convocaré cuatro vientos sobre Elam de los cuatro extremos del cielo; los aventaré a esos cuatro vientos, y no habrá una sola nación donde no lleguen refugiados de Elam.
¡Ataca al país de Meratáin, lanza un ataque contra él y también contra los habitantes de Pecod! ¡Aniquila, extermina a su gente, haz lo que te he ordenado!
Convocad saeteros contra Babilonia, todos los que manejan el arco; acampad en torno a ella, que nadie pueda escapar. Pagadle según sus obras, hacedle lo que ella hizo. Por ser insolente con el Señor, con el Dios santo de Israel,
Así dice el Señor del universo: Están oprimidos los israelitas junto con la gente de Judá; los han deportado y los retienen, se niegan a dejarlos marchar;
Pues voy a incitar contra Babilonia una asamblea de naciones poderosas; llegarán desde el norte contra ella y desde el norte será conquistada. Sus flechas, como de experto guerrero, no volverán de vacío.
Pero fue arrancada con violencia y arrojada después por tierra; el viento del este la secó, fueron arrancados sus sarmientos; se secó su rama vigorosa, acabó devorada por el fuego.
Aunque prospere entre los suyos, vendrá el viento del este, el viento que el Señor hace soplar desde el desierto, un viento que secará las fuentes, agotará los manantiales y arrebatará de su tesoro todos los objetos preciosos.