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Referencias Cruzadas

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Jeremías 5:1

La Palabra (versión española)

Patrullad las calles de Jerusalén, mirad bien y comprobad; buscad por todas sus plazas a ver si encontráis a alguien, uno siquiera que sea justo, que vaya tras la verdad, y yo lo perdonaré.

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29 Referencias Cruzadas  

Él contestó: —Ardo en celo por el Señor, Dios del universo, porque los israelitas han roto tu alianza, han derribado tus altares y han asesinado a filo de espada a tus profetas. Solo he quedado yo y me andan buscando para matarme.

El Señor recorre toda la tierra con su mirada para fortalecer a los que le son plenamente fieles. Pero tú, en esta ocasión, has perdido la cabeza. Por eso, a partir de ahora tendrás guerras.

Sálvanos, Señor, que ha desaparecido el fiel, no queda lealtad entre los seres humanos.

El Señor desde los cielos contempla a los humanos para ver si hay algún sensato que busque a Dios.

Pero todos se han pervertido, se han corrompido sin excepción; no hay quien haga el bien, ni uno solo.

¿Quién me defenderá ante los malvados? ¿Quién me apoyará frente a los malhechores?

Son muchos los que proclaman su lealtad, pero ¿quién hallará una persona fiel?

Compra verdad y no la vendas; y lo mismo sabiduría, instrucción e inteligencia.

junto a las puertas de la ciudad, a la entrada de los patios está gritando:

Entonces me levanté y recorrí la ciudad; por las calles y las plazas busqué al amor de mi vida, lo busqué y no lo encontré.

Nadie recurre a la justicia, nadie pleitea con lealtad; se basan en naderías y dicen falsedades, se preñan de injusticia y paren maldad.

¿Por qué pleiteáis conmigo cuando sois vosotros los rebeldes?

Todos los hombres que sabían que sus mujeres quemaban ofrendas de incienso a dioses extraños, todas las mujeres presentes en aquella gran asamblea y la gente en general residente en Patros, en el país de Egipto, respondieron a Jeremías:

Presté atención y escuché: Sus palabras no eran de fiar; nadie se arrepiente de su maldad preguntándose: «¿Qué he hecho?». Cada cual sigue sus correrías, como caballo lanzado al ataque.

Tensan sus lenguas, su arco es la mentira, se imponen en el país no con la verdad. Van de maldad en maldad, y no me conocen —oráculo del Señor—.

Su lengua es flecha afilada, su boca profiere mentiras; desean bienestar a su prójimo, pero por dentro planean emboscadas.

He buscado entre ellos uno solo que construyese un muro y que, en defensa del país, se mantuviese en la brecha frente a mí para evitar que yo lo destruyera, pero no he encontrado a nadie.

Él me respondió: —La culpa de Israel y de Judá es enorme. El país se ha empapado de sangre y la ciudad está llena de injusticia. La gente dice: «El Señor se ha desentendido del país; por tanto, no ve nada».

Por tu parte, Daniel, guarda en secreto estas palabras y sella el libro hasta el tiempo final. Muchos lo consultarán y aumentará su saber.

Invaden la ciudad, escalan la muralla; asaltan las casas irrumpiendo como ladrones a través de las ventanas.

Andarán errantes de mar a mar, desde el septentrión hasta el oriente; buscarán la palabra del Señor, pero no lograrán encontrarla.

Y yo pregunté: —¿Qué es lo que estos vienen a hacer? Me contestó: —Los cuernos representan a quienes dispersaron a Judá hasta el punto de que ya nadie podía levantar cabeza; los herreros, por su parte, vienen para hacer temblar y derribar los poderes que esas naciones desencadenaron contra el país de Judá a fin de dispersarlo.

El criado volvió a casa y refirió a su señor lo que había ocurrido. Entonces el dueño de la casa, muy enojado, ordenó a su criado: «Sal enseguida por las plazas y las calles de la ciudad y trae aquí a los pobres, los inválidos, los ciegos y los cojos».

Con su gran maldad engañará a quienes están en camino de perdición al no haber querido hacer suyo el amor a la verdad que había de salvarlos.




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