Lo haré así porque me ha abandonado para adorar a Astarté, diosa fenicia, a Quemós, dios moabita, y a Milcón, dios de los amonitas; y no ha seguido mis caminos, ni ha practicado lo que me agrada, mis mandatos y decretos, lo que sí hizo su padre David.
Entonces construyó en el monte que hay frente a Jerusalén un santuario a Quemós, abominable ídolo de Moab, y otro a Milcón, abominable ídolo de los amonitas.
El Señor se enfureció contra Amasías y le envió un profeta a decirle: —¿Por qué recurres a unos dioses que no han podido salvar a su pueblo de tu poder?
Reuníos, venid, acercaos todos, supervivientes de las naciones. Nada saben los que llevan su ídolo de madera, los que rezan a un dios incapaz de salvar.
¿No posees todo lo que tu dios Quemós quitó a sus propietarios para dártelo a ti? Igualmente nosotros poseemos todo lo que el Señor nuestro Dios quitó a sus propietarios para dárnoslo a nosotros.