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Referencias Cruzadas

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Jeremías 4:10

La Palabra (versión española)

Yo dije: «Ay, Señor mi Dios, ciertamente engañaste a este pueblo y a Jerusalén, pues dijiste que tendrían paz, pero la espada amenaza su garganta».

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21 Referencias Cruzadas  

Entonces Moisés se quejó al Señor diciendo: —¿Por qué afliges a este pueblo? ¿Para qué me has enviado?

porque si no, voy a desencadenar esta vez sobre ti, sobre tus cortesanos y sobre todo tu pueblo, todas mis plagas. De este modo aprenderás que no hay nadie que se me parezca en toda la tierra.

Dicen a los videntes: «No vaticinéis»; y a los profetas: «No profeticéis la verdad». Decidnos cosas agradables, profetizad fantasías.

Protegeré a esta ciudad para salvarla, por mi honor y el de David, mi servidor.

¿Por qué nos dejas, Señor, apartarnos de tus caminos? ¿por qué permites que no te respete nuestro duro corazón? Vuélvete a nosotros, tus siervos, a las tribus que forman tu heredad.

Respondí: —Ay, Señor mi Dios. ¡Pero si no sé ni hablar; soy muy joven!

A los que desprecian la palabra del Señor les dicen: «Tendréis paz»; a los que siguen su corazón obstinado les dicen: «No os alcanzará el mal».

—¡Ay, Señor mi Dios! Tú eres quien ha hecho el cielo y la tierra con gran poder y brazo extendido. Nada te resulta imposible.

Tu propia conducta y tus acciones te han acarreado estas cosas; tu maldad ha acabado en amargura, te ha penetrado hasta el corazón.

Han renegado del Señor, iban diciendo: «Es un don nadie; no nos alcanzará la desgracia, no veremos espada ni hambre;

Han curado la herida de mi pueblo, pero solo por encima, diciendo: «Paz, paz», pero no hay paz.

Han curado la herida de mi pueblo, pero solo por encima, diciendo: «Paz, paz», pero no hay paz.

En el polvo de las calles yacen muchachos y ancianos; mis doncellas y mis jóvenes caen a filo de espada. En tu cólera mataste, masacrando sin piedad.

Mientras estaba profetizando, murió Pelatías, hijo de Benaías. Yo caí rostro en tierra y dije entre gritos: —¡Ay, Señor mi Dios! ¿Vas a exterminar al resto de Israel?

Por eso, Dios los ha dejado a merced de sus bajos instintos, degradándose y envileciéndose a sí mismos.

Así que Dios los ha dejado a merced de pasiones vergonzosas. Sus mujeres invierten el uso natural del sexo y se entregan a prácticas antinaturales.

Y como no tienen interés en conocer a Dios, es Dios mismo quien los deja a merced de una mente pervertida que los empuja a hacer lo que no deben.




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