¿Qué es lo que veo? Están aterrados, dan marcha atrás; sus soldados derrotados se han dado a la fuga, no vuelven la cara, los rodea el pavor —oráculo del Señor—.
Capital de mi pueblo, vístete de sayal y revuélcate en el polvo; haz duelo y llora amargamente como por un hijo único, pues de improviso nos llegará el devastador.
Desde Dan se puede oír resoplar a sus caballos, relinchar a sus corceles: la tierra se estremece. Llegan devorando la tierra y cuanto contiene, las ciudades y todos sus habitantes.
Oíd, mujeres, la palabra del Señor, escuchen vuestros oídos la palabra de su boca. Enseñad una endecha a vuestras hijas, cada una a su amiga esta elegía:
Convertiré en duelo vuestras fiestas, en lamentaciones vuestros cánticos. Haré que todos os vistáis de sayal y tengáis que raparos la cabeza. Será como llanto por el hijo único con un final preñado de amargura.