Me llegó entonces la palabra del Señor en estos términos:
Cuando le salía mal la vasija de barro que estaba torneando, se ponía a hacer otra, tal como a él le parecía.
—¿No puedo yo trataros igual que este alfarero, pueblo de Israel? Pues lo mismo que el barro en manos del alfarero, también vosotros estáis en mi mano, pueblo de Israel.