Entonces me llegó la palabra del Señor en estos términos:
Entonces me dirigió el Señor la palabra por segunda vez, en estos términos:
Fui al Éufrates, excavé en el sitio donde lo había escondido y recogí el cinturón. Y resulta que estaba podrido; no servía para nada.
—Así dice el Señor: Del mismo modo dejaré que se pudra el orgullo de Judá y el desmedido orgullo de Jerusalén.
Me fijé entonces y vi sobre la plataforma que se alza sobre las cabezas de los querubines una especie de zafiro, algo así como un trono, que destacaba sobre ellos.