—Toma el cinturón que has comprado y que llevas puesto; vete al Éufrates y cuando llegues, lo escondes en el hueco de una roca.
Junto a los ríos de Babilonia nos sentábamos entre lágrimas al recordar a Sion.
Entonces me dirigió el Señor la palabra por segunda vez, en estos términos:
Retuércete de dolor, Jerusalén, y gime como parturienta, Sion, porque ahora saldrás de la ciudad y tendrás que vivir en el campo. Irás a Babilonia, pero serás liberada; allí te rescatará el Señor de tus enemigos.
Juan iba vestido de pelo de camello, llevaba un cinturón de cuero y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre.