¿Qué hace mi amada en mi casa, cuando ha cometido tantas vilezas? ¿Crees que promesas y sacrificios podrán apartar de ti la desgracia? ¿Podrás entonces celebrarlo a gritos?
¿De verdad has rechazado a Judá y te has hartado de Sion? ¿Por qué nos hieres sin nadie que nos cure? Esperábamos bienestar y nada va bien, un tiempo para sanar, y llega el terror.
Haré que abandones tu tierra, la heredad que te otorgué; haré que sirvas a tus enemigos en un país desconocido, pues mi cólera arde como fuego y ha prendido para siempre.
Si alguien de este pueblo, un profeta o un sacerdote te preguntan: «¿Cuál es el oráculo del Señor?», les dirás: «La carga sois vosotros, y voy a dejaros caer» —oráculo del Señor—.
pienso hacer con este Templo que lleva mi nombre, en el que confiáis, y con el lugar que di a vuestros antepasados y a vosotros, lo mismo que hice con Siló.
Corta tu melena de consagrado, tírala por ahí, y entona en las dunas esta endecha, pues el Señor ha rechazado y abandonado a la generación que se ha hecho objeto de su cólera.
Di a los israelitas: Esto dice el Señor Dios: Voy a profanar mi santuario, manifestación de vuestro orgullo y poder, delicia de vuestros ojos, aquello por lo que suspiráis apasionados. Los hijos e hijas que dejasteis caerán a espada.
Toda su perversidad se manifestó en Guilgal; allí llegué a odiarlos. Por sus perversas acciones los arrojaré de mi casa y no los volveré a amar. Todos sus jefes son rebeldes.
A unos los pasarán a cuchillo y a otros los llevarán cautivos a todas las naciones. Y Jerusalén será pisoteada por los paganos hasta que llegue el tiempo designado para estos.