Entonces envió contra ellos al rey de los caldeos que mató a filo de espada a sus jóvenes en su santuario, sin tener compasión de jóvenes o doncellas, de mayores o ancianos; a todos los entregó en sus manos.
Entrega, pues, sus hijos al hambre, que queden a merced de la espada, viudas y sin hijos sus mujeres, sus hombres heridos de muerte, sus jóvenes caídos en combate, traspasados por la espada.
Habla: Así dice el Señor: Quedarán tendidos los cadáveres como estiércol por todo el campo, como espigas que deja el segador y nadie se molesta en recoger.
Desencadené sobre vosotros una peste como la que desencadené sobre Egipto; pasé a filo de espada a vuestros jóvenes; me llevé como botín vuestros caballos y el hedor de los cadáveres inundó vuestros campamentos; pero seguís sin convertiros a mí, —oráculo del Señor.