Por vuestra parte, hermanos, esperad con paciencia la venida gloriosa del Señor. Como espera el labrador el fruto precioso de la tierra, aguardando pacientemente que lleguen las [lluvias] de otoño y primavera,
incapaces de decir en su interior: «Respetemos al Señor, nuestro Dios, que es quien proporciona lluvia, en otoño y primavera, a su tiempo; quien garantiza los tiempos de la siega».
Así dice el Señor, que ha puesto el sol para alumbrar de día, la luna y las estrellas para alumbrar la noche; el que agita el mar y hace que bramen sus olas: su nombre es Señor del universo.