Cuando ya se las habían tragado, no se notaba que hubiesen engordado; continuaban tan flacas y famélicas como antes. Y en ese momento me desperté.
Y de pronto, las siete vacas flacas y famélicas se comieron a las siete vacas anteriores, las robustas.
Después volví a tener otro sueño en el que siete espigas brotaban de un tallo, hermosas y granadas;
Detrás de ellas salían del Nilo otras siete vacas flacas y famélicas, y se ponían junto a las otras, a la orilla del Nilo.
No serán defraudados en tiempo adverso, en tiempo de hambre quedarán saciados.
Manasés a Efraín, Efraín a Manasés, los dos juntos a Judá. Con todo, su cólera persiste, Su mano sigue amenazante.
Después me dijo: —Hijo de hombre, alimenta tu vientre y llena tus entrañas con este libro enrollado que te doy. Yo lo comí y me supo dulce como la miel.