Su padre le dijo: —Vete, pues, a ver cómo están tus hermanos y el rebaño, y luego tráeme noticias. Así que lo envió desde el valle de Hebrón, y José se dirigió a Siquén.
Ellos contestaron: —Hemos tenido un sueño, y no tenemos quien nos lo interprete. José les respondió: —Dios es quien interpreta los sueños; contádmelos.
Después el rey dijo a Daniel: —Está claro que vuestro Dios es Dios de dioses, Señor de reyes y revelador de misterios, pues tú has conseguido desvelar este misterio.
y el Señor les dijo: —Oíd mis palabras. Cuando un profeta surja entre vosotros, yo, el Señor, me revelaré a él en visiones y hablaré con él por medio de sueños;
Pedro, al ver esto, habló así al pueblo: —Israelitas, ¿por qué os sorprendéis de este suceso? ¿Por qué nos miráis como si hubiera sido nuestro poder o nuestra religiosidad lo que ha hecho andar a este hombre?
Pero la gracia divina ha hecho de mí esto que soy; una gracia que no se ha malogrado en cuanto a mí toca. Al contrario, me he afanado más que todos los otros; bueno, no yo, sino la gracia de Dios que actúa en mí.