Y aquella misma noche el Señor se le apareció y le dijo: Yo soy el Dios de tu padre Abrahán. No temas, porque yo estoy contigo. Te bendeciré y multiplicaré tu descendencia, por amor a mi siervo Abrahán.
Yo estoy contigo; te protegeré adondequiera que vayas y te traeré de vuelta a esta tierra, porque no te abandonaré hasta que haya cumplido lo que te he prometido.
El jefe de la cárcel no tenía que preocuparse por nada de lo que estaba a cargo de José, pues el Señor estaba con él, y cuanto José emprendía, el Señor lo hacía prosperar.
Haré que seas para este pueblo muralla de bronce inexpugnable. Lucharán contra ti, pero no te podrán, pues yo estoy contigo para ayudarte y salvarte —oráculo del Señor.
Los que están bajo el yugo de la esclavitud deben considerar a sus amos como dignos del mayor respeto. Así, nadie podrá denigrar el nombre de Dios ni la enseñanza cristiana.
Entonces uno de los servidores le dijo: —Yo conozco a un hijo de Jesé, el de Belén, que sabe tocar y que además es valiente, buen guerrero, elocuente, atractivo y el Señor está con él.