entonces la mujer de Potifar lo agarró por el manto y le rogó: —Acuéstate conmigo. Pero José, dejando el manto en manos de la mujer, salió huyendo de la casa.
Pero José rehusó diciendo a la mujer de su amo: —Mira, mi amo ha dejado a mi cargo todo lo que posee y cuenta conmigo hasta el punto de no preocuparse de nada;
Y he descubierto que la mujer es más amarga que la muerte: es, en efecto, una trampa, su corazón un lazo y sus brazos cadenas. El que agrada a Dios se libra de ella, pero el pecador queda atrapado en sus redes.
Huye de los excesos juveniles y esfuérzate en llevar una vida de rectitud, de fe, de amor y de paz en unión con los que invocan limpia y sinceramente al Señor.
Queridos hermanos, sois gente de paso en tierra extraña. Por eso os exhorto a que luchéis contra los apetitos desordenados que hacen guerra al espíritu.