Me gustaría que todos disfrutaseis de ese don de hablar un lenguaje misterioso; sin embargo, prefiero que profeticéis. Y es que para el provecho espiritual de la Iglesia, es más útil el que profetiza que quien habla un lenguaje misterioso, a no ser que alguien interprete ese lenguaje misterioso.
Así, el día de mañana, cuando vengas a ver lo que he ganado, no habrá dudas sobre mi honradez: si encuentras algún cordero que no sea oscuro o alguna cabra que no sea manchada o moteada, es que te he robado.
Aquel mismo día, Labán separó los machos cabríos moteados o manchados, todas las cabras moteadas o manchadas, las que tenían alguna mancha blanca, y todas las ovejas oscuras, y las puso al cuidado de sus hijos.