Cuando llegaron a Samaría, Eliseo oró: —Señor, ábreles los ojos, para que puedan ver. El Señor les abrió los ojos y ellos descubrieron que estaban dentro de Samaría.
¡Jerusalén ha pecado: por eso ha quedado impura! Los que la honraban la humillan porque la han visto desnuda; ella también se lamenta y hasta se vuelve de espaldas.
y rodeamos de especial cuidado aquellas partes que menos parecerían merecerlo. Asimismo, tratamos con mayor decoro las que consideramos más indecorosas,