únicamente nos ha prohibido comer o tocar el fruto del árbol que está en medio del jardín, porque moriríamos.
Dios le replicó en sueños: —Sí, ya sé que lo hiciste de buena fe; por eso no permití que la tocaras, para que no pecaras contra mí.
La mujer le contestó: —Podemos comer del fruto de todos los árboles del jardín;
Pero la serpiente replicó a la mujer: —De ninguna manera moriréis.
«No toquéis a mis ungidos, no hagáis daño alguno a mis profetas».
Pero te apuesto que si extiendes tu mano y dañas sus posesiones, te maldecirá a la cara.
¡Piedad, amigos míos, piedad, que me ha herido la mano de Dios!
Te apuesto que si pones la mano sobre él y lo hieres en su carne y en sus huesos, te maldecirá a la cara.
En cuanto a lo que me consultasteis por escrito, («es cosa de alabar el que el varón renuncie a tener relaciones con una mujer»).
Por tanto: Salid de entre esas gentes y apartaos de ellas —dice el Señor. No toquéis cosa impura, y yo os acogeré.
«Prescinde de esto; no pruebes eso; no toques aquello».