Entonces el criado puso la mano bajo el muslo de su amo y le juró que cumpliría con este encargo.
Luego tomó diez de los camellos de su amo y, llevando consigo toda clase de regalos de su amo, se encaminó a Aram Najaráin, a la ciudad de Najor.
Un día llamó al criado más antiguo de su casa, el que le administraba todos los bienes, y le dijo: —Pon tu mano bajo mi muslo