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Referencias Cruzadas

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Génesis 22:8

La Palabra (versión española)

Abrahán respondió: —Hijo mío, Dios proveerá el cordero para el holocausto. Y continuaron caminando juntos.

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14 Referencias Cruzadas  

¿Acaso hay algo imposible para el Señor? El año que viene por estas fechas volveré a visitarte y Sara habrá tenido un hijo.

A ese lugar Abrahán le puso el nombre de: «El Señor proveerá», y por eso hasta el día de hoy se dice: «Es el monte donde el Señor provee».

Isaac dijo a Abrahán, su padre: —¡Padre! Abrahán respondió: —Dime, hijo mío. Dijo Isaac: —Tenemos el fuego y la leña, pero ¿dónde está el cordero para el holocausto?

Una vez llegaron al lugar que Dios había indicado, Abrahán erigió un altar, preparó la leña y después ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar encima de la leña.

Después le dijo Elías: —Quédate aquí, pues el Señor me ha ordenado ir al Jordán. Pero Eliseo contestó: —Juro por el Señor y por tu vida que no te abandonaré. Y se fueron los dos.

Amasías preguntó al profeta: —¿Y qué va a pasar con los cien talentos de plata que he entregado a la tropa de Israel? El profeta le respondió: —El Señor te los devolverá aumentados.

Jesús los miró y les dijo: —Para los seres humanos es imposible, pero para Dios todo es posible.

Al día siguiente, Juan vio a Jesús que se acercaba a él, y dijo: —Ahí tenéis al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.

y, al ver a Jesús que pasaba por allí, dijo: —Ahí tenéis al Cordero de Dios.

Y todos los habitantes de la tierra, salvo los inscritos en el libro de la vida que tiene el Cordero degollado desde el principio del mundo, rendirán vasallaje a la bestia.

y proclamaban en un inmenso coro: —Digno es el Cordero degollado de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza.

Vi entonces, en medio, un Cordero que estaba entre el trono, los cuatro seres vivientes y los ancianos. Estaba en pie y mostraba señales de haber sido degollado. Tenía siete cuernos y siete ojos, que son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra.

Yo le respondí: —Mi Señor, tú eres quien lo sabe. Él me dijo: —Estos son los que han pasado por la gran persecución, los que han lavado y blanqueado sus túnicas en la sangre del Cordero.




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