En cuanto a Ismael, he escuchado tu petición y voy a bendecirlo; lo haré fecundo y le daré una descendencia muy numerosa; será padre de doce príncipes y haré de él un gran pueblo.
pero ellos se reían de los mensajeros divinos, despreciaban sus palabras y se burlaban de sus profetas, hasta que estalló la cólera del Señor y no hubo remedio.
Pero lo mismo que entonces el hijo que nació siguiendo el curso normal de la naturaleza no cesaba de hostigar al que nació en virtud del Espíritu, así ocurre ahora.