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Referencias Cruzadas

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Génesis 20:9

La Palabra (versión española)

Después Abimélec llamó a Abrahán y le dijo: —¿Por qué nos has hecho esto? ¿Qué mal te he causado yo para que nos expusieras a mí y a mi reino a cometer un pecado tan grave? Eso que me has hecho no se le hace a nadie.

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20 Referencias Cruzadas  

Así que el faraón llamó a Abrán y le dijo: —¿Qué me has hecho? ¿Por qué no me dijiste que era tu mujer?

Y añadió: —¿Qué te ha movido a actuar de ese modo?

Abimélec se levantó de madrugada y llamó a todos sus criados. Les contó confidencialmente lo que había soñado, y ellos se asustaron mucho.

Abimélec le dijo: —¿Cómo se te ha ocurrido hacernos esto? Poco ha faltado para que alguno del pueblo se hubiera acostado con tu mujer, y nos hicieses a todos culpables.

Al día siguiente por la mañana, Jacob se llevó la sorpresa de que se trataba de Lía y fue a protestar a Labán: —¿Qué me has hecho? ¿No te he servido yo por Raquel? Entonces, ¿por qué me has engañado?

Cuando los hijos de Jacob regresaron del campo y supieron lo que había sucedido, se sintieron ultrajados y se llenaron de ira porque era una ofensa imperdonable para Israel el que Siquén hubiese violado a la hija de Jacob; era algo que nunca debió haber hecho.

Unos tres meses más tarde le contaron a Judá lo siguiente: —Tamar, tu nuera, se ha prostituido y, en una de sus andanzas, ha quedado embarazada. Entonces Judá ordenó: —¡Que la saquen afuera y la quemen!

en esta casa mando tanto como él; tú eres lo único que me está prohibido, por ser su mujer. ¿Cómo voy a cometer yo tal infamia y pecar contra Dios?

David se enfureció contra aquel hombre y le dijo a Natán: —¡Por Dios! ¡El hombre que ha hecho eso merece la muerte!

Pero ella le dijo: —¡No, hermano mío! No me fuerces, porque eso no se hace en Israel. No cometas esa infamia.

Y dijo a Aarón: —¿Se puede saber qué te hizo este pueblo para que le indujeras a cometer un acto tan aberrante?

Y el Señor castigó al pueblo por haber adorado al becerro de oro fabricado por Aarón.

Quien extravía a los rectos por mal camino, acabará cayendo en su propia fosa.

Si un hombre comete adulterio con la mujer de su prójimo, los dos adúlteros serán castigados con la muerte.

Porque en Dios no caben favoritismos.

Y es preciso reducirlos al silencio porque no hacen más que ir de casa en casa causando estragos y enseñando lo que no deben en busca de una vil ganancia.

Que todos respeten el matrimonio y mantengan limpia su vida conyugal, pues Dios juzgará con severidad a los adúlteros y lujuriosos.

Dijo entonces Josué: —¿Por qué nos has acarreado la desgracia? Que el Señor descargue sobre ti esa misma desgracia en este día. Así que los israelitas lo apedrearon, y después de apedreados, los quemaron en la hoguera




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