Abimélec, que aún no se había acostado con ella, respondió: —Señor, ¿serás capaz de matar a un inocente?
Entonces el Señor desde el cielo hizo llover azufre y fuego sobre Sodoma y Gomorra.
Fue él quien me dijo que era su hermana y ella que él era su hermano. Lo hice de buena fe y actuando limpiamente.
Dios le replicó en sueños: —Sí, ya sé que lo hiciste de buena fe; por eso no permití que la tocaras, para que no pecaras contra mí.
ahora que unos desalmados habéis matado a un hombre inocente en su propia casa y en su misma cama, ¡os haré pagar su muerte y os borraré del mapa!
y David dijo a Dios: —¡Fui yo quien mandó censar al pueblo! ¡Soy yo el que ha pecado, yo soy el culpable! ¿Qué ha hecho este rebaño? Señor, Dios mío, descarga tu mano contra mí y contra mi familia, ¡pero no azotes a tu pueblo!