sin embargo, de la propia tierra brotaba un manantial que regaba toda la superficie del suelo.
no había aún arbustos en la tierra ni la hierba había brotado, porque Dios, el Señor, todavía no había hecho llover sobre la tierra ni existía nadie que cultivase el suelo;
Entonces Dios, el Señor, modeló al hombre de arcilla del suelo, sopló en su nariz aliento de vida y el hombre se convirtió en un ser viviente.
Desde el confín de la tierra alza las nubes, forja rayos para que llueva, saca el viento de sus refugios.