que, al verla, exclamó: —¡Esta sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne! Se llamará varona, porque del varón fue sacada.
Labán le dijo: —¡No cabe duda de que perteneces a mi familia! Jacob se quedó con Labán durante un mes.
Vosotros sois mis hermanos de sangre, ¿seréis los últimos en restablecer al rey?».
Todas las tribus de Israel fueron a Hebrón a ver a David y a decirle: —Nosotros somos de tu misma raza.
—Pregonad esto, por favor, a todos los señores de Siquén: «¿Qué os conviene más, que os estén mandando setenta hombres, todos los hijos de Jerubaal, o que os mande uno solo? Recordad, además, que yo formo parte de vuestra familia».