Y así sucedió. Hizo Dios el firmamento y separó las aguas que están abajo, de las aguas que están arriba.
Y dijo Dios: —¡Que la tierra se cubra de vegetación; que esta produzca plantas con semilla, y árboles que den fruto con semilla, cada uno según su especie! Y así sucedió.
para que luzcan en el firmamento y así alumbrar la tierra! Y sucedió así.
Y dijo Dios: —Que produzca la tierra seres vivientes: animales domésticos, reptiles y animales salvajes, todos por especies. Y sucedió así.
Y Dios llamó «cielo» al firmamento. Vino la noche, llegó la mañana: ese fue el segundo día.
Y dijo Dios: —¡Que las aguas debajo del cielo se reúnan en un solo lugar, para que aparezca lo seco! Y así sucedió.
Él encerró las aguas en las nubes, sin que el nublado estalle con el peso.
Tú conviertes a los manantiales en ríos que serpentean entre montañas,
Al que hizo los cielos con inteligencia, porque es eterno su amor.
Alabadlo, los cielos más altos, las aguas que estáis sobre ellos.
Los cielos proclaman la grandeza del Señor, el firmamento pregona la obra de sus manos;
el día al día comunica su mensaje, la noche a la noche anuncia la noticia:
Cuando las nubes van cargadas, vierten lluvia sobre la tierra; cuando el árbol cae al sur o al norte, en el lugar donde cae, allí se queda.
Y los discípulos se preguntaban asombrados: —¿Quién es este, que hasta los vientos y el lago le obedecen?