Y creó Dios los grandes animales marinos, y todos los seres vivientes que se mueven y pululan en las aguas; y creó también todas las aves, todas según su especie. Vio Dios que esto era bueno,
y los bendijo con estas palabras: «Sed fecundos y multiplicaos; llenad las aguas de los mares y que igualmente las aves se multipliquen sobre la tierra».
Entonces Dios, el Señor, modeló con arcilla del suelo todos los animales terrestres y todas las aves del cielo, y se los llevó al hombre para que les pusiera nombre, porque todos los seres vivos llevarían el nombre que él les pusiera.
—Hijo de hombre, entona una elegía al faraón, rey de Egipto. Le dirás: ¡León de las naciones, estás acabado! Eras un cocodrilo acuático, chapoteabas en tus aguas, las enturbiabas con tus patas pateando su corriente.
Porque, así como Jonás estuvo tres días y tres noches en el vientre del gran pez, así también el Hijo del hombre estará tres días y tres noches en lo profundo de la tierra.