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Referencias Cruzadas

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Éxodo 7:19

La Palabra (versión española)

El Señor dijo a Moisés: —Manda a Aarón que tome su vara y extienda su mano sobre las aguas de Egipto, sobre sus ríos y canales, sobre sus estanques y todos sus depósitos de agua. Todas las aguas se convertirán en sangre; habrá sangre en todo el país de Egipto, incluso en los recipientes de madera y de piedra.

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15 Referencias Cruzadas  

Dios llamó «tierra» a lo seco y al conjunto de aguas lo llamó «mar». Y vio Dios que esto era bueno.

Eliseo ordenó a Guejazí: —Prepárate, coge mi bastón y ponte en camino. Si encuentras a alguien, no lo saludes; y si alguien te saluda, no le respondas. Luego pones mi bastón en la cara del niño.

El Señor dijo a Moisés: —Extiende tu mano sobre Egipto, para que venga sobre el país una plaga de langostas y devore la vegetación que no destruyó el granizo.

El Señor dijo a Moisés: —Alza tu mano hacia el cielo, para que aparezcan sobre todo Egipto unas tinieblas tan densas que se puedan palpar.

Y tú levanta tu vara y extiende la mano sobre el mar que se abrirá en dos para que los israelitas lo atraviesen pisando en seco.

Entonces Moisés extendió su mano sobre el mar, y el Señor hizo que el mar se retirase valiéndose de un viento huracanado del este que sopló durante toda la noche y que dividió las aguas en dos, dejando seco el mar.

Pero el Señor dijo a Moisés: —Extiende tu mano sobre el mar para que las aguas se precipiten sobre los egipcios, sus carros y su caballería.

pero si no te creen ni te hacen caso con ninguno de estos dos prodigios, toma agua del río, derrámala por el suelo y el agua se convertirá en sangre.

El Señor dijo a Moisés: —Mañana temprano, cuando el faraón se dirija al río, preséntate ante él y dile: «Esto dice el Señor: Deja salir a mi pueblo para que me rinda culto.

Salió Moisés de la presencia del faraón y, una vez fuera de la ciudad, alzó sus manos al Señor. El granizo y los truenos cesaron, y escampó.

los contratistas están consternados, los jornaleros están desanimados.

Por eso arde en cólera el Señor contra su pueblo, y ha alargado hacia él su mano para herirlo; tiemblan los montes y aparecen sus cadáveres, lo mismo que basura en medio de las calles. Y con todo no se sacia su cólera, su mano sigue amenazante.

¿Arde la ira del Señor contra los ríos? ¿Se enciende contra ellos tu enojo, y tu furor contra los mares cuando montas sobre tus caballos y conduces tus carros victoriosos?




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