y dile: —El Señor, Dios de los hebreos, me envía a decirte: «Deja salir a mi pueblo para que me rinda culto en el desierto». Pero hasta ahora no has querido obedecer.
Moisés y Aarón se presentaron ante el faraón y le dijeron: —Esto dice el Señor, Dios de los hebreos: ¿Hasta cuándo te negarás a humillarte ante mí y a dejar salir a mi pueblo para que me rinda culto?
Y como el faraón se volvió intransigente y no nos dejaba salir, el Señor hirió de muerte a todos los primogénitos de Egipto, lo mismo personas que animales. Por eso le sacrifico al Señor los primogénitos del ganado, si son machos, y rescato los primogénitos de mis hijos.
Cuando comunicaron al rey de Egipto que el pueblo había huido, el faraón y sus cortesanos cambiaron de parecer con respecto a los israelitas, y se dijeron: «¿Qué es lo que hemos hecho? Hemos dejado marchar a los israelitas, quedándonos sin mano de obra».
Dios le contestó: —Yo estaré contigo, y esta es la señal de que soy yo quien te envía: cuando hayas sacado de Egipto al pueblo, me adoraréis en este monte.
Moisés le respondió: —De acuerdo, me presentaré ante los israelitas y les diré: «El Dios de vuestros antepasados me envía a vosotros»; pero si ellos me preguntan cuál es su nombre, ¿qué les responderé?
Ellos te harán caso. Entonces, tú y los ancianos de Israel os presentaréis al rey de Egipto, y le diréis: «El Señor, el Dios de los hebreos, ha salido a nuestro encuentro. Permítenos que nos adentremos durante tres días por el desierto para ofrecer sacrificios al Señor, nuestro Dios».
Aun así, el faraón no os escuchará; pero yo descargaré mi poder sobre Egipto y sacaré de allí a Israel mi pueblo como un ejército en orden de batalla, y en medio de grandes castigos.
El Señor cumplió lo que había anunciado, y un enjambre de tábanos se precipitó sobre el palacio del faraón y las casas de sus cortesanos. Los tábanos dejaron todo el país completamente asolado.
El Señor dijo a Moisés: —Mañana, bien temprano, preséntate ante el faraón y dile: «Esto dice el Señor, Dios de los hebreos: Deja que mi pueblo salga a rendirme culto,
Yo lo he suscitado para salvar, voy a allanar todos sus caminos; él reconstruirá mi ciudad, liberará a mis deportados sin pedir dinero ni rescate, dice el Señor del universo.
Así dice el Señor del universo: Están oprimidos los israelitas junto con la gente de Judá; los han deportado y los retienen, se niegan a dejarlos marchar;