Moisés subió a encontrarse con Dios y el Señor lo llamó desde el monte diciéndole: —Anuncia esto a los descendientes de Jacob; dáselo a conocer a los israelitas:
El Señor dijo a Moisés: —Sube a encontrarte conmigo en la montaña y quédate allí, pues te daré unas tablas de piedra con la ley y los mandatos que he escrito para instruir a los israelitas.
Dios le contestó: —Yo estaré contigo, y esta es la señal de que soy yo quien te envía: cuando hayas sacado de Egipto al pueblo, me adoraréis en este monte.
Moisés talló dos tablas de piedra iguales a las primeras. Se levantó muy temprano y subió al monte Sinaí portando las dos tablas de piedra, tal como el Señor se lo había ordenado.
Fue él, en fin, quien en la asamblea del desierto sirvió de intermediario entre el ángel que le hablaba en el monte Sinaí y nuestros antepasados, y quien recibió palabras de vida con el encargo de transmitírnoslas.