Pero el pueblo, sediento, siguió murmurando contra Moisés: —¿Para esto nos has sacado de Egipto, para que muramos de sed, junto con nuestros hijos y nuestro ganado?
Para su hambre, les diste pan del cielo; para su sed, agua brotada de la peña. Les dijiste que entraran a poseer la tierra, que habías jurado solemnemente regalarles.
que ninguno de los que vieron mi gloria y los prodigios que hice en Egipto y en el desierto, ninguno de los que me han puesto a prueba tantas veces y se han negado a escuchar mi voz,