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Referencias Cruzadas

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Ester 10:3

La Palabra (versión española)

Mardoqueo, el judío, fue la máxima autoridad después del rey Asuero. Los judíos lo consideraban un gran hombre, y fue muy estimado por todos sus compatriotas; él procuró el bienestar de su pueblo y trabajó para que los de su raza disfrutaran de paz.

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17 Referencias Cruzadas  

Por eso, tú estarás al frente de mis asuntos, y todo mi pueblo obedecerá tus órdenes. Solo el trono real estará por encima de ti.

Vivirás en la región de Gosen y estarás cerca de mí junto con tus hijos, tus nietos, tus ovejas, tus vacas y todas tus posesiones.

Esta hambre durará cinco años más, pero yo te proporcionaré lo necesario para que subsistáis tú, tu familia y todo lo que posees».

Y Zicrí, guerrero efraimita, mató al príncipe Maasías, a Azricán, mayordomo de palacio, y a Elcaná, lugarteniente del rey.

Cuando se enteraron de ello Sambalat, el joronita, y su ayudante amonita Tobías, les desagradó sobremanera que alguien viniera a procurar el bien de los israelitas.

En la ciudadela de Susa vivía un judío llamado Mardoqueo, hijo de Jaír y descendiente de Simeí y de Quis, de la tribu de Benjamín.

A su paso, todos los servidores del palacio se arrodillaban e inclinaban la cabeza ante él, porque así lo había ordenado el rey. Pero Mardoqueo no se arrodillaba ni inclinaba la cabeza a su paso.

Además he oído decir que sabes interpretar y resolver complicados problemas. Pues bien, si eres capaz de leer e interpretarme esta inscripción, te haré vestir de púrpura, llevarás un collar de oro y ocuparás el tercer puesto en mi reino.

Baltasar ordenó entonces que vistieran de púrpura a Daniel, que le pusieran un collar de oro y que pasara a ocupar el tercer puesto en su reino.

Por encima de ellos designó a tres ministros (entre los que se encontraba Daniel), a quienes los sátrapas deberían dar cuenta de su administración. De ese modo se evitarían situaciones que perjudicasen los intereses del rey.

Hermanos, deseo con todo mi corazón y le pido a Dios que salve a los israelitas.

Quien sirve así a Cristo, agrada a Dios y se granjea la estima humana.

En cambio, todos los de Israel y Judá querían a David, porque él los guiaba en sus expediciones.

diciéndole: —No temas, porque la mano de mi padre Saúl no te alcanzará. Tú serás rey de Israel y yo seré tu segundo. Eso lo sabe hasta mi padre.




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